Las condiciones propias del desarrollo de la globalización (1990 – 2019) en las economías latinoamericanas dejan huellas claras que permiten identificar algunos elementos coincidentes a destacar:
La sustitución del sector real de la economía por el de servicios con predominio del sector financiero. La condición de economía de dependencia caracteriza la producción de poco valor agregado, profundizando su dependencia, en las economías latinoamericanas.
La estructura empresarial mantiene un aporte significativo de la pequeña y mediana empresa (PYME) en la generación de empleo, de ingresos y aporte al PIB nacional, así como de proveedores del mercado interno a las medianas y grandes empresas.
En su gran mayoría las empresas se constituyen con esfuerzos particulares, sin respaldo de parte del estado, por aquella falsa creencia difundida por los principales beneficiados de la vigencia de la globalización acerca de la no intervención del estado en la economía porque se “convierte en obstáculo para el libre juego de la oferte y la demanda en el mercado” (fuerzas de mercado). Este criterio es ahistórico debido a que cuándo Adam Smith formulo el criterio, el capitalismo estaba surgiendo y la competencia entre productores y demandantes se generaba con fluidez, la condición de monopolio de los principales productores actuales niega ese desarrollo inicial. Además de ahistórico, contradice la posición de los clásicos (David Ricardo, Adam Smith entre otros) que sostienen la necesidad de que el estado sea protector en sus inicios de la empresa naciente (significa créditos, subsidios, aranceles, asesoría administrativa) para su fortalecimiento y una adecuada competencia con el mercado exterior.
? La relación de desigualdad entre campo y ciudad se profundiza. El campo en nuestras sociedades mantiene actividades económicas en pocas regiones, producción agroindustrial de alimento y materia prima extensiva, extracción de productos del subsuelo por empresas multinacionales, ganadería extensiva, rodeada en algunos casos por la producción de la pequeña empresa familiar de productos de pan coger.
El modelo empresarial vigente genera poco valor, lo destruye. La parcela campesina autosostiene la familia. En las ciudades la pequeña y mediana empresa, es en su mayoría de carácter familiar adolece de serias dificultades administrativas para su crecimiento. Desde ese punto de vista administrativo la empresa es piramidal, vertical, jerárquica. Lo que no les facilita una adaptación adecuada a mercados cambiantes. No están estructuradas por procesos, si bién es cierto algunas los tienen documentados, no se gestionan. No gestionan tampoco el direccionamiento estratégico, ni se gerencia la cultura de calidad.
La débil inserción de las economías de nuestra región en la economía mundial se explica, además del punto anterior, en la carencia de innovación. Es decir, el producir mercancías, sin valor agregado, sin incorporar trabajo útil diferenciado en todas y cada una de las actividades de transformación de nuestros productos generan resultados de poca aceptación para el consumidor nacional e internacional. La materia prima agrícola, los productos del subsuelo, el mercado del commodity con la incertidumbre de los precios, determinan las políticas económicas en muchos de nuestros países.
Es necesario destacar que aún nuestras sociedades poseen una gran riqueza de recursos, a pesar del deterioro medio ambiental. Esta situación le genera una ventaja competitiva no aprovechada de manera sostenible en su participación del mercado mundial.
Retos
El escenario esbozado en las líneas anteriores nos plantea una primera deducción: el conocimiento aplicado en la época de globalización actual es el elemento diferenciador en el resultado de los procesos productivos, el eje transversal de la actividad productiva (bienes o servicios). Implica transformar la estructura productiva de gestión de nuestras empresas. Gestionar los procesos de nuestras organizaciones partiendo de la interpretación de las necesidades, demandas y expectativas del cliente objetivo de mercado. Esa exigencia requiere pensar de manera diferente la cultura de cada una de nuestras organizaciones, enfatizando en la filosofía de mejoramiento continúo incorporada en la rutina de las actividades cotidianas.
El modelo de desarrollo neoliberal basado en el libre juego de la oferta y la demanda de mercado con mínima participación del estado, en condición de monopolio y oligopolio social, es solo una justificación para eludir la responsabilidad histórico social que tiene el estado como representante de la sociedad para proteger las nacientes actividades productivas. Se debe replantear el modelo basado en las experiencias propias de nuestra zona y de cada país. Rica en biodiversidad, recursos humanos, reclaman una gestión innovadora, diferenciadora, sostenible, con enorme potencialidad de ajustarse al mercado mundial independientemente de los exigentes estándares de este.
El mundo académico, llámese universidad, institución consultora, asesora, de investigación, debe volcarse hacia nuestras unidades empresariales a resolver sus problemas desde una concepción moderna administrativa, con el respaldo del estado. El Estado debe asumir el papel de agente activo de la economía sin afectar el desempeño del sector privado en general, estimulando la diversidad y crecimiento de nuestras economías.
Elkin D Dávila Grajales
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